Avatar: Atrapados en azul

Es la sensación que a uno le queda tras ver la última superproducción de James Cameron. Teñirse la piel de color añil, formar parte del entorno natural de Pandora, saltar entre los árboles junto a la exótica Neytiri, son los deseos que puedes querer experimentar tras más de dos horas y media de películón. Los cuatro años de espera han valido la pena y gastarse unas perras adicionales para poder ver el filme en tres dimensiones también la merece.

avatarbanner

Esta es la fórmula de Avatar: mezcla en un recipiente extraterrestre una pizca de película del oeste con indios incluidos, un puñao de documental de naturaleza, añádele una cucharada de Mística de X-Men para conseguir la textura y sazónalo todo con especias de filme yankie bélico para darle sabor. Sí, lo sé. Quitando a la sensual metamorfa el resto de elementos aislados son de por sí receta para una buena siesta. A la parrilla, sobremesa de Telemadrid me remito, sabe mejor. Pero en la superproducción el efecto es totalmente el contrario. Uno se mantiene bien despierto y sin despegar los ojos de la pantalla gracias al dinamismo de la acción y a la magia de los paisajes, plantas y animales del planeta Pandora.

Precisamente lo que pensé en la primera hora de película fue en dos cosas. Una, Pocahontas, con el amor de ésta y John Smith por encima de colonialismos. Y dos, en «El apache blanco», un libro de Thomas Jeier que leí en el instituto y en el cual un “piel roja” (aquí Jack Sully) convivía con los indios, transformándose finalmente en uno más de la tribu al convencerse de que aquel modo de vida en comunión con la naturaleza era el correcto. Lo reconozco. También se me vino a la cabeza cualquiera de esas películas de guerra típicamente yankies. En ellas siempre hay un personaje que se acaba volviendo pacifista-ecologista y otro cuyo belicismo se exagera hasta términos ridículos, como es aquí el caso del coronel “Action-Man” Quaritch.

avatarposterPor otro lado, la historia de un tullido que vuelve a recuperar sus piernas gracias a su llegada a un hábitat desconocido y pseudo-inteligente tampoco es nueva. A Jack (interpretado por Sam Worthington), como le ocurre al bueno de John Locke, le caracteriza una sinergia especial con ese entorno inhóspito nada mas llegar a él. Ambos están destinados a cambiar su rol y convertirse en una especie de elegidos por deseo de una fuerza superior y su existencia previa a Pandora-la isla, se torna cada vez más carente de sentido a medida que pasa el tiempo.

Siguiendo con las referencias de Perdidos, una muy evidente para los losties-fans es la aparición de Michelle Rodríguez (Ana Lucía) en un nuevo papel de chica dura, masculina y perteneciente a las fuerzas del orden. Lo curioso es que su personaje, se apellida como cierta Ministra de Defensa…¡Chacon!

Pero los mayores guiños están en la propia carrera de Cameron (no confundir con Camaron de la Isla, pese a que acabemos de estar hablando de Lost). El canadiense tiene una larga trayectoria como artífice de efectos especiales y padre de criaturas. Aunque esos adorables y babosos engendros conocidos como Aliens ya habían sido creados, el realizador les añadió unas cuantas características de su cosecha, como la información sobre su ciclo de vida, su existencia como especie colonial y la figura de la alien-reina. Carajo, creo que no soy el único que pensó: “¡Ripley!” cuando vio a Sigourtney Weaver en su primera aparición en Avatar, enfundada en un atuendo verde chillón y saliendo de una de esas cabinas de rayos UVA-hibernación-control de avatares.

Además de estos mamoncetes extraterrestres el director se había prodigado en sus orígenes organizando los SFX y el diseño de producción de varios films con engendros incluidos, entre los cuales los había marinos (Piranha II, 1981), galácticos (Galaxy of Terror, 1981) y robóticos (Android, 1982). Toda una declaración de intenciones si tenemos en cuenta que a posteriori el bueno de James se atrevería a mezclar la cara de ladrillo de Chuache con la de una navaja suiza, dando vida a los temibles T-800 y años más tarde la cosa continuaría con las escurridizas y acuáticas criaturas de The Abyss. No hay que extrañarse, por tanto, de que toda la vida del planeta de Pandora sea tan rica y original, incluidos los propios Na´vi ¿Es que alguien se esperaba menos de un discípulo de Roger Corman?

En fin, no lo hice cuando las voluminosas caderas de Kate Winslet dejaron al pobre Di Caprio a remojo y sin sitio en el tablón astilla del Titanic. Pero con Avatar Cameron lo ha conseguido. Mis lacrimales han estado a punto de humedecerse y no creo que sea por tanto efecto especial. Maldita Navidad. Maldito Greenpeace.

2 comentarios

  1. Yo sé por qué el coronel es malo malísimo hasta límites demenciales: porque tenemos un prota que debería ser bueno pero que es tan sumemente soso que ni siquiera sé decir si es que es bueno desde el principio o es malo y se convierte en bueno. De hecho, ese es otro punto débil del guión: no hay transformación alguna de los personajes o si la hay no se nos muestra. Conclusión: el malo es tan malo para que a comparación el prota que realmente es un personaje totalmente anodino parezca bueno.
    Contxi a verla en 3D si no no merece ni la pena.

Dejar una contestacion

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.


*