Obsesión por la sonrisa indeleble y la concavidad manual

Este fin de semana se ha celebrado en el mercado de Puerta de Toledo de Madrid la 7ª Feria Nacional de Coleccionistas de Playmobil. Si, como yo, estás pensando “¿Y por qué no he tenido noticias de las otras seis hasta la fecha?” es posible que ahora te dediques a jugar con muñecas más grandes y que los únicos clicks que hay en tu vida son los que haces en la web económica de turno para saber si el Euribor subirá.

playmobil

En cualquier caso, si eres visitante e incluso expositor de este tipo de ferias estarás de acuerdo con este supuesto: hay un punto en el espacio-tiempo donde tu nostalgia infantil y el síndrome de Diógenes en su variedad ordenada se encontraron. Conozco a alguien a quien le pasó. De hecho, los recovecos de su casa sirven habitualmente de improvisado museo/ almacén para cientos de estos adorables muñecajos. Algo así como la residencia habitual del sheriff de Coslada para los billetes de 500 euros, para entendernos.

Ahorcliccervezajpga bien, para mis adentros no dejo de preguntarme por qué esa afición a unas figuras simpáticas pero prácticamente invertebradas teniendo otras opciones más articuladas. Y no sólo eso, muchas otras cuestiones oprimen mis meninges: ¿Cómo se masturba un playmóbil? ¿Acaso requiere de la generosidad cóncava de otro click? ¿Cómo consiguen tomarse una cerveza sin derramarla? ¿Por qué esa inquietante y permanente sonrisa? ¿Cómo demonios  se coge una pastilla de jabón en un centro penitenciario de playmóbiles? ¿Por qué sus peluqueros no consiguen cortar un flequillo sin trasquilones?

Enigmas quizá sin respuesta que se quedarán en la pérfida mente de Host Brandstätter, padre de estas figuras de ya casi 50 años de edad (los playmóbiles, se entiende). Y para finalizar una inquietante relación: al principio los clicks comenzaron siendo piratas, caballeros u obreros… ¿No os recuerda a aquel estúpido test de Facebook de “¿Eres un pirata, ninja, cowboy o caballero?”. Piratas, siempre piratas…

(¡Nunca conseguí que me regalaran el maldito barco para reyes!) [Playclicks]

5 comentarios

  1. Esos paleopiratas se hubieran puesto las botas en mi mesón medieval de los playmovil. Todavía tengo las cicatrices en las manos de intentar meterlos dentro por esas puertas diminutas para que pudieran cantar «la botella de ron». Yo tampoco tuve nunca el barco pero, no nos engañemos, no flotaba. Además mi madre se lo habría acabado dando a la parroquia, como todo… Esos son los traumas infantiles que te hacen ser coleccionista a partir de los 30.

  2. Me encantan las figuras articuladas. Actualmente la relación muñecos-ácaros en mi habitación es claramente favorable a los primeros. Me encantan los Lego. Adoro los playmobiles. Por eso ya está bien de tópicos manidos. Esos muñecos eran fruto de una época en la que algunos ni imaginábamos que habría juntas, doble junta o cuellos de bola. Piezas de plástico ligeramente articuladas con multitud de accesorios intercambiables. Los inicios del customizing. Tela marinera.
    Ahora frecuentemente miro sus cajas, la variedad de su temática y la evolución del producto en cuestión. Los Playmobil policía ya no llevan viejos revólveres Remington del oeste en sus cartucheras sino modernas Glock o Sig Sauer. Eso mola. Porque los Playmobil molan. Y el que diga lo contrario se las tendrá que ver con mi viejo Remington de plástico. Pincho dixit.

  3. Debo decir que en mi primera lectura pasé por alto el vídeo incluido en este Kekorto. Ayer Sand me lo recomendó y salí de mi error. Gran vídeo el de los Paleo Piratas. Y el niño que no puede sostener la cabeza un gran hallazgo del mundo de la interpretación, aunque el niño de la barba no le va a la zaga.
    Por cierto, la web del señor de arriba esta guay (la de Manu, no de Pincho, que no se si tiene, quizá esta? http://www.pincho.es/) recuerdo haberme quedado un rato viéndola el día que murió Hans Beck.
    En la expo 92 de Sevilla vi un cubo gigante con clicks pegados puestos de pie y es lo que más me impresionó en aquella época pre GiJoe.

  4. Yo enterré el cofre del tesoro en el jardín y allí debe seguir, porque nunca fui capaz de volver a encontrarlo. Aún así no he perdido la esperanza. Hace poco apareció un paraca británico de goma que había pasado los últimos 15 años sepultado bajo las arizónicas. Un tipo duro de cojones. Especialista en supervivencia, está claro.

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