La Vida Photoshop

Era cuestión de tiempo. Francia se prepara para abrir el debate sobre el retoque fotográfico y su gobierno estudia añadir advertencias junto a aquellas fotografías de moda (de momento solo hablan de la moda) que hayan sido retocadas con Photoshop. El Parlamento se ha propuesto combatir lo que consideran «una imagen deformada de los cuerpos de las mujeres» (y de los hombres, diría yo), y propone que las imagenes tratadas incluyan, de ahora en adelante, la etiqueta: «Fotografía retocada para modificar la apariencia física de una persona».

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Photoshop apareció en 1987 de la mano de los hermanos Knoll, Tomas y John. Desde entonces se ha convertido en el sofware predilecto de la mayoría de profesionales de todos los campos de la imagen y es el producto estrella de la compañía Adobe Systems. Pero si bien es verdad que Photoshop es la herramienta más popular, no es la única. El retoque de fotografías tiene una historia dilatada que empieza mucho antes de la invención de las computadoras, cuando las cosas se hacían con tijeras y pegamento.

Lo que más me sorprende de este asunto es que el tanto el Parlamento francés como el propio mundo de la moda dan por hecho que nos las están metiendo dobladas. Gracias por su advertencia señores parlamentarios, pero hace mucho que funcionamos desde el supuesto de que TODAS las imagenes publicitarias (y algunas de las otras) están retocadas. Es más, la experiencia nos dice que la gente de verdad -la de hoy, no la del antiguo testamento- tiene pezones, por ejemplo. Y ombligo.

¿De verdad piensan que no nos estamos dando cuenta? Ya no se trata de que esten dando una imagen idealizada de los cuerpos, es que se da una una imagen deforme. Malformada, vaya. Párate delante de la estantería del kiosko y contempla el museo de fetos contrahechos. Las cabezas globo ganan por goleada, seguidas por las caretas torcidas y las torsiones de cuello imposibles. ¡Mucho mejor, dónde va a parar! Os remito a Photoshop Disasters para echar unas risas. El muestrario es interminable y desafía la lógica y el sentido común. Ya no se trata de pedir responsabilidad, sino cordura.

Hace poco me sorprendió encontrarme una fotografía en una revista de una chica con venas en el cuerpo. Suena estúpido, pero no lo es. Os reto. Coged una revista cualquiera y buscad. Subían por sus muslos, por su pecho y su cuello. Era guapa y tenía venas azules. Me sentí avergonzado de que aquello me hubiera llamado la atención. Genial, tío. Sangre en las venas. Qué novedad.

Aunque admitámoslo, todos somos culpables de querer ser perfectos, ¿no? Siguiendo el ejemplo de los medios y la publicidad, ahora incluso las fotos de las vacaciones vienen retocadas. A veces me piden que lo haga, que borre un cable de teléfonos aquí o unos andamios por allá. Yo me resisto y trato de explicar que no me gusta hacerlo porque hasta el más pequeño retoque es mentira. Que hay una diferencia entre lo que es bonito y lo que es verdadero. Pero es que es tan facil… puedo borrar el cable que tapa la torre Eiffel, y ya que estamos puedo convertir aquel día de lluvia en una mañana soleada. Y ponerte un novio francés al lado. Cortar cable > pegar novio > Clonar cielo y listo. Gracias por comprar en Memory Call.

¿Dónde deja un retoque de ser una corrección técnica para convertirse en una deformación frívola y caprichosa? Y más dificil todavía, ¿cuál es el número de clicks que separa realidad de ficción? Photoshop no es sólo ese software mentiroso que se empeña en adelgazar a todos para que tú estes más gordo en comparación. También sirve para dibujar o pintar, para dar alas a la imaginación. Nuevos artistas digitales dan forma a lujosas fantasías fotorrealistas cuidadas hasta el último detalle. Desde la página en blanco donde no había nada. ¿También ellos tendrán que poner una advertencia? Algo como: «imagen retocada para modificar la apariencia física de una persona y hacerla parecer un adorador de Cthulhu, el famoso -si bien ficticio- monstruo abisal».

Me pongo en modo cabrón y se me ocurre una forma facil de saltarse esta nueva ley: prescindir de las modelos. Y de los fotógrafos, ya de paso. Porque si no hay nada que retocar no hay retoque, ¿no? Vamos a hacerlo todo en 3D y si no queríais caldo ahí tenéis dos tazas. Tetas poligonales a la medida del cliente. Paquetes de software que cargan a izquierda o derecha deslizando un botón. Predigo que en futuro todos viviremos frustrados por no tener anti-alias en el culo como Aki Ross. ¿Sería grotesco, verdad? ¿Y lo de ahora no lo es?

Cada vez hay más personas que utilizan Photoshop, cada vez más y más retoque. Cada vez peor. Ninguno hemos nacido aprendidos, es verdad. Todos hemos metido el famoso filtro del brillo de lente alguna vez, a palo seco. Pero es que eso es lo más difícil de aprender con Photoshop, que el brillo de lente es caca. Que hay que «dejar de hacer».

Suerte que todos tenemos a ese amigo que nos pone los pies en la tierra cuando proclama ufano que le vuelven loco los panderos enormes; o conocemos a esa chica que reconoce con vergüenza que le ponen los hombres peludos y calvos. Esas son las reglas que rigen el mundo de la gente de verdad. Caóticas e impredecibles. Por fortuna todos tenemos un poco de eso y por fortuna Ctrl+Z.

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