La cagada de un anuncio de pañales

Cualquiera que esté un poco relacionado con la literatura occidental conoce el personaje, de Sir Arthur Conan Doyle, Sherlock Holmes y su inseparable ayudante Watson. O al menos eso pensaba yo. Pero después de ver el último anuncio de Dodot estoy convencida de que los publicistas tienen menos cultura general que un mono con una máquina de escribir y que no hay ningún tipo de vergüenza a la hora de fusilar anuncios viejos de otras marcas.

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Desde hace algún tiempo el sector de los productos para la higiene del bebé nos venía intentando enternecer disfrazando a los niños como si de barbies se tratara (que manía con disfrazar a los niños, los perros y los gatos para reírnos, me gustaría saber que piensan ellos al respecto). Lejos quedan los tiempos en los que con introducir un niño con rasgos afros o asiáticos en un anuncio era la última moda. La tolerancia es un valor que ya no se lleva, ahora es mucho más trendie el carnaval. Si el hipopótamo levantara la cabeza…

Así que después de la tan currada metáfora de los «pieles rojas» disfrazando de indios a los bebés (si estuviéramos en USA seguro que alguna minoría étnica les hubiera denunciado por relacionarles directamente con el «picor de ojos») se les ocurre la gran idea de usar a Sherlock Holmes para descubrir «el misterio del culito perfecto».

Pero, vaya… esta vez se han olvidado del políticamente correcto liquidito azul y meten en el anuncio una gran cagada. Porque, ¿no tiene más sentido que si uno de los personajes lleva el típico sombrero del Holmes y el otro el bombín del doctor Watson sus camisetas recen: Holmes y Watson? Pues no. Para Dodot son Sherlock y Holmes. ¿Les gustaba la idea del desdoblamiento de personalidad? ¿Es acaso una triquiñuela del director creativo para que hablemos del marrón en Internet y les salga media campaña gratis? La verdad es que cuanto más conozco el mundo de la publicidad más me tiro por interpretaciones como que en la tienda de los chinos no quedaban camisetas de «Watson», que el señor que escribió el guión confundía los apellidos de ambos personajes, o que le pareció que si no ponía el nombre del detective junto con su apellido la audiencia no iba a saber reconocerlo. Ahí le veo pensando: «¿Sherlock y J. H.? No.No conocerán a Watson por sus iniciales de pila», «¿Holmes y Watson? No. Nadie reconoce a Sherlock Holmes por el nombre» «¿Sherlock Holmes y J.H. Watson? No. Demasiadas palabras…» Lo que se le olvidaba a este buen señor es que los que compran los pañales son los padres, no los bebés. Esos bebés que probablemente estén ahora partiéndose de la risa al comprobar que los mayores tienen una capacidad intelectual muy por debajo de la suya.

El caso es que la gran idea de rebajar a Sherlock Holmes de categoría haciéndole investigar sobre culitos húmedos ya había sido explotada por Huggies en 1992 en un anuncio practicamente igual que este. ¿Plagio? Probablemente no. En el anuncio de Huggies es Watson quien lleva los pantalones (bueno… los pañales) y su nombre aparece claramente en el anuncio. Sea como fuere, aún estando promocionando un artículo de higiene, los «creativos» (léase esto último con muuuuuuchas comillas) vuelven, una vez más, a echarnos mierda a la tele. Por cierto, para limpiar las pantallas de lcd lo mejor son unas toallitas Dodot Activity que quitan hasta a Jorge Javier Vázquez de la parrilla (shhhhh señores de Dodot ¿no hacemos en Kekorto una publicidad mucho mejor?)


El anuncio en cuestión…


… Y su predecesor.

4 comentarios

  1. Evidentemente la crisis ha llegado a la publicidad. La gente que hace los anuncios ya no puede permitirse el coste elevado del elitista syrilium (ese líquido azul) y tiene que recurrir a mojones infográficos para salir del paso.

    Lo de las camisetas está claro: un error de imprenta. En realidad querían decir John Holmes. Él si que se encargaba de buscar e investigar auténticos «culitos perfectos».

  2. Lo peor de todo es que los bebés ya nos son bebés, sus caras se deforman por ordenador… es como lo que decíais de las modelos con la cintura más pequeña que la cabeza. En este caso, los niños tienen unos ojos enormes, y hacen gestos imposibles, dan miedo.

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