Cuatro décadas de gusanitos

1970: Mientras los hippies comenzaban a quedarse caducos y los elefantes se hacían pata de pantalón, el bigote de Iñigo se volvía trending topic entre todos los españoles y Nixon se daba un voltio por la península. Eran tiempos difíciles para los aperitivos industriales, pero los gusanitos tuvieron el aplomo y los maíces suficientes para ser inventados.

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Pero ¿Cómo? ¿Por qué? ¿Cuándo? ¿Quién? ¿Cómo? ¿Cuántos? ¿Cuáles? ¿De qué? Para despejar vuestras dudas sólo os diré que los gusanitos tienen señor y dueño. No os dejéis engañar, amigos, si no aparece el logo de ese pequeño oriental desdentado con la boca tan grande como la Emma García, no son los auténticos. Única y exclusivamente Risi es la creadora de estos populares alimentos industriales. Así que ni los grefusitos de Grefusa, ni los guyitos de Facundo, ni los jojitos de Aspil… ni pepinillos en vinagre (bueno, esos son más identificables). La sonriente compañía (no confundir con Matutano) se fundaba hace justo cuatro décadas, al comprar la empresa Chips Ibérica.

Desde entonces Risi y los gusanitos han crecido de forma increíble (Sí, hoy también los venden en versión gigantesca individual). En la actualidad se fabrican anualmente unas 300 millones de bolsas de estos aperitivos, que disponen de 60 presentaciones de envase diferentes. No se me olvida: también les ‘han echado’ Ketchup.

gusanitosinsidePero la cosa va más allá. La firma del ‘boca chancla’ es hoy también la responsable de otros míticas creaciones, como las ‘Pajitas’, los ‘Palomitas’, los ‘Tryskys’…y sobre todo ¡los ‘Risketos’! Risi, sin duda, pensó en satisfacer a todos aquellos que calificaban a los gusanitos blancos de incoloros y endebles por no compartir ese tono vivo y grosor con sus primos los gusanos naranjas. Y creó estos garrotillos cuya estela digital es si cabe aún mayor que la de los anteriores. Un vicio, éste y el de las pipas Tijuana (Grefusa) que me ha traído más de un problema con algunas de mis relaciones sociales.

Quizá una bolsa de gusanitos sólo os evoque –dejando de lado su inspiradora forma lombriz- algún pasaje más o menos feliz de vuestra infancia o algún momento de hambre pasajero, pero estos pequeños snacks amarillentos son mucho más prolíficos de lo que parecen. De hecho, sus funcionalidades se están extendiendo tanto que empiezan a igualar a la de los garbanzos, legumbres de puchero declaradas en invierno y subrepticias “pelotas de fútbol” para jugar a las chapas en estaciones más cálidas.

Los gusanitos se han utilizado, por ejemplo, como coartada para el tráfico de droga. Todos sospechamos siempre de aquel polvillo blanco que se nos acababa de quitar de la ropa y la cosa por ahí va. Hace unos días estos aperitivos de Risi fueron usados como defensa en el juicio de tres jóvenes, procesados por tráfico de estupefacientes y que, presuntamente, habían sido pillados in fraganti por la policía hace dos años mientras intercambiaban cocaína -metida en un “envoltorio de plástico blanco”- en una calle vallisoletana. Lo más bizarro que he escuchado desde los kikos Mister Corn con chocolate.

Pero los gusanitos también han tenido encomiendas menos maquiavélicas y más artísticas.  Su capacidad de aglomeración al mezclarse con otras sustancias –como la saliva- ha servido para convertirlos en un excelente material de construcción de figuras. Y si no, echad un vistazo a estas auténticas obras de arte creadas hace unos añitos por varios alumnos de 1º de la ESO del colegio cordobés “Averroes”. Si en vez de habérsele ocurrido la idea a prepúberes su artífice hubiera sido un tío histriónico y autocomplaciente con un gran historial de cama de comisarios de exposiciones, estos conglomerados estarían en el puñetero MOMA. Yo estuve allí y vi cosas peores.

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PD- Ningún gusanito ni snack de maíz alternativo salió herido durante la elaboración de este kekorto.

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