Highway to Hell
Tengo suerte de que todavía respire. Por fortuna pude recoger su cuerpo inconsciente antes de que golpease el suelo. Ahora Julie descansa plácidamente en el sofá. Es como un angelito a punto de convertirse en un demonio ya que cuando despierte, aparte de un dolor de cabeza de impresión, tendrá unas inmensas ganas de encontrarme para hacerme Dios sabe qué. Y sé que lo hará tarde o temprano así que no tengo tiempo que perder. “Es por su bien”, me digo a mí mismo antes de salir de allí.