Highway to Hell

Tengo suerte de que todavía respire. Por fortuna pude recoger su cuerpo inconsciente antes de que golpease el suelo. Ahora Julie descansa plácidamente en el sofá. Es como un angelito a punto de convertirse en un demonio ya que cuando despierte, aparte de un dolor de cabeza de impresión, tendrá unas inmensas ganas de encontrarme para hacerme Dios sabe qué. Y sé que lo hará tarde o temprano así que no tengo tiempo que perder. “Es por su bien”, me digo a mí mismo antes de salir de allí.

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Guardo el dinero en mi vieja cartera de los AC/DC y me dirijo al Hospital Monte Sinaí. La línea express del metro neoyorquino me deja allí en escasos veinte minutos. Durante el viaje intento trazar un plan y a dos paradas del final de trayecto se me ocurre algo. En realidad lo único que hago es recordar una de mis series preferidas de la adolescencia: “El Equipo A”.

En este episodio yo seré Dirk Benedict, el apuesto actor que interpretaba a Fénix, y creo que tener la cara de William me ayudará a meterme en el papel de galán. Para mi padre queda reservado el papel del ‘Loco’ Murdock, al que daba vida Dwight Schultz, lo que convierte al hospital en nuestra particular institución mental. Tengo que sacar a mi padre de ahí y necesito una bata de médico y una silla de ruedas. Lo he visto hacer cientos de veces, no puede ser tan difícil.

Tardo algo más de cinco minutos en conseguir una bata y si quiero que todo salga bien tengo que ser mucho más rápido en sacar a mi padre de aquí. Espero que algo le haya sentado realmente mal, porque cuando vuelva del servicio puede que la doctora Monagham no tenga qué ponerse y se ponga nerviosa. Y, no nos engañemos, un tío con bata de mujer me convierte en el principal sospechoso.

— Christoph, ¿eres tú?

— Sí, papá, no hay tiempo que perder, súbete a la silla porque tenemos que salir de aquí ya.

— ¿Tienes el dinero?

— Sí.

— Espera, tengo que despedirme de mi Jennifer.

— No hay tiempo, de veras. Date prisa.

— Hijo, ¿por qué hueles como la tía Marjorie?

— No preguntes… cuidado con los pies.

Intento evitar a los policías y salimos por la puerta de urgencias aprovechando la entrada de un “varón afroamericano de veinte años herido de bala con múltiples hemorragias internas”. Por desgracia, M.A. Barracus no nos está esperando fuera con la furgoneta en ralentí.

— ¿Y ahora qué, papá?

— Necesitamos un coche rápido y una Uzi.

— Oh no, joder, ¿qué piensas hacer?

— Lo que debí hacer hace mucho tiempo.

Y, de repente, mi padre deja de ser Murdock para convertirse en el coronel Hannibal Smith. Y a mí, como a él, también “me encanta que los planes salgan bien».

WILLIAM WALNUTS, una improvisada historia del Capitán Custom
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Cuándo: de LUNES a VIERNES un capítulo diario
Dónde: http://www.kekorto.es
Me perdí el primero: No pasa nada, puedes leerlo aquí
También el segundo: Ese y el resto puedes buscarlos aquí

30 episodios de cirugía ilegal, envidia familiar y traición sexual a la luz de la Gran Manzana.

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