Grand Theft Auto: Walnuts stories

— Papá, ¿puedes explicarme para qué queremos una Uzi?

— Sí, ya sé que es un arma poco precisa, pero en cambio tiene una cadencia de tiro de 600 balas por minuto. Y mírame, prácticamente no distingo tu rostro, podrías ser Bruce Willis y yo no me daría cuenta. Al menos con este subfusil me garantizo el poder acertar a alguien disparando a lo loco. O eso espero…

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— Y… ¿no hay otra forma de resolver esto?

— Seguramente, pero hasta que se nos ocurra me siento más seguro con… ¡Cofff, cofff! …la Uzi. ¡Coffffff!

— Papá, ¿estás bien?

— Sí, esto es normal cuando has abandonado el hospital sin la medicación. Christoph, iré a peor, así que no perdamos más tiempo, tu hermano nos necesita. Mira qué suerte, acaba de llegar nuestro transporte.

— ¿Qué?

— Ahí.

Mi padre señala un Ford Mustang GT que acaba de aparcar en el otro extremo de la calle. Es de color amarillo y tiene esas dos rayas negras cruzando de un extremo a otro de la carrocería que tanto detesto. Por alguna extraña razón el viejo piensa que yo soy Tommy Vercetti y estamos jugando al Grand Theft Auto. Confieso que no sé cómo vamos a poder robarlo.

— Sígueme el juego y haz como si no me conocieses.

Me quedo extrañado cuando mi padre comienza a cruzar Park Avenue con su silla de ruedas y me asusto cuando se deja caer en mitad de la calzada. Luego, cuando veo al propietario del Mustang acudir en su ayuda, empiezo a entender algo. Entonces, un par de personas más y yo nos acercamos a socorrerle y termino de ver la jugada en primera fila. Cuando nuestro buen samaritano ayuda a mi padre a levantarse, él aprovecha para sustraerle las llaves del coche. Es un truco de primero de carterista ejecutado con gran maestría.

Sin que nadie se dé cuenta, mi padre consigue darme las llaves y me susurra lo siguiente al oído: “15 minutos. Park Avenue con la 106”. Cuando termina el revuelo, mi padre se pierde calle arriba y yo espero a que todo se despeje para cometer un nuevo delito.

Trato de ser lo más discreto posible, pero es pisar levemente el acelerador y el coche se dispara. De 0 a 100 en cuatro segundos y medio. ¡Waaow!

Mi padre me espera en la esquina tal y como me dijo. Enfrente, un par de agentes piden la documentación a dos jóvenes de color. La suerte vuelve a sonreírnos ya que, aunque este cacharro no es el ideal si quieres pasar desapercibido y tarde un par de minutos en subir a mi padre al coche, no despertamos sus sospechas. Hay cosas que nunca cambiarán.

— Es más bonito por dentro que por fuera, ¿no te parece?

— Sí, precioso, y no es nuestro, no lo olvides. ¿A dónde…?

— Sigue por Park, vamos al Zoo del Bronx. Conozco a alguien allí que puede saber el paradero de William. Y nos lo va a decir, vaya que sí, porque si no va a convertirse en deliciosa comida para cocodrilos. ¡Cofff, cooffff!

Me preocupa y me da miedo. Y pensar que es la misma persona que me arropaba cada noche…

— Estoy bien, Christ… ¡Cofff! …toph, estoy bien. ¡Y písale chico, que pareces una abuela!

WILLIAM WALNUTS, una improvisada historia del Capitán Custom
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Cuándo: de LUNES a VIERNES un capítulo diario
Dónde: http://www.kekorto.es
Me perdí el primero: No pasa nada, puedes leerlo aquí
También el segundo: Ese y el resto puedes buscarlos aquí

30 episodios de cirugía ilegal, envidia familiar y traición sexual a la luz de la Gran Manzana.

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