Quirófano Cher. Clínica del Dr. Baumann, NY.
Un absurdo camisón, las enfermeras más feas que haya visto en mi vida y una incomodísima mesa de operaciones. Me pica todo el cuerpo. Sudo y el aliento del doctor huele como mi inodoro un sábado por la mañana. ¿O soy yo?
— Señor Walnuts, la intervención durará aproximadamente tres horas. Transcurrido ese tiempo usted tendrá un nuevo rostro y con suerte habrá desaparecido este pestazo a whisky. Después, y con el dinero ya en mi bolsillo, confío en no volver a verle en mi vida. Ahora si es tan amable de contar desde diez hacia atrás conmigo… Son diez, nueve, ocho…
— (Cabrón) Diez, nueve, ocho, sie…
* * * * * * * * * Dos horas y cuarenta y ocho minutos más tarde * * * * * * * * *
— Christoph, ¿puede oírme?
— Noh ssoy Christ#~%, soy Will&@m…
— Hable sólo lo imprescindible, ¿de acuerdo? Cuanto menos mueva los músculos de la cara mejor para las cicatrices. No se toque ni se lave la cara y espere un par de días para quitarse los vendajes. Tómese estas pastillas dos veces al día. En una semana bajará la hinchazón y su rostro recobrará una apariencia normal. Creo que eso es todo. ¿Mi dinero?
— Shhh…eRRvcio, neceshhit…
Sé que esto no le hace ningún bien a mi posoperatorio, pero me estoy riendo a carcajadas. Acabo de mear sobre un fajo de cinco mil dólares. ¡Jódete Dr. Baumann!
De camino a casa me detengo en el escaparate de una zapatería en la Séptima y veo mi reflejo. Soy como el hombre invisible (pero el bueno, no el de la mierda de película de Kevin Bacon). Lamentablemente, soy todo menos eso, ya que la gente no para de mirarme. Y eso que esto es Nueva York, tíos con vendas es de lo más común que puedes encontrarte transitando por sus calles.
La cara me arde, camino lo más rápido que puedo para llegar a casa lo antes posible. Necesito un trago, una pizza de pepperoni y una buena cama. En ese orden.
Habré dormido un par de horas cuando me despierto. Mi cara es un hervidero y parece como si una legión de mosquitos se hubiera cebado con ella. Decido entonces hacer lo que haría cualquier chiquillo de cinco años: quitarme los vendajes.
Por primera vez me doy cuenta de la locura que estoy cometiendo. Y no acaba ahí, porque a continuación descubro este rostro que parece modelado por el mismísimo Michael J. Fox. Si pudiese llorar lo haría. En lugar de eso, grito, me retuerzo de dolor y me desmayo.
“Adiós Christoph. Hola William ‘Bizarro’ Walnuts”.
WILLIAM WALNUTS, una improvisada historia del Capitán Custom
Cuándo: de LUNES a VIERNES un capítulo diario
Dónde: http://www.kekorto.es
Me perdí el primero: No pasa nada, puedes leerlo aquí
También el segundo: Ese y el resto puedes buscarlos aquí30 episodios de cirugía ilegal, envidia familiar y traición sexual a la luz de la Gran Manzana.
Dejar una contestacion