Jodida ley de Murphy

Cuando salgo del Monte Sinaí siento que he ganado un par de kilos. Me pesan las piernas y, sobre todo, la cabeza. Resulta difícil cambiar la imagen de amable dependiente y abnegado padre de familia por la de lacayo y feroz extorsionador. Y sin embargo, por extraño que parezca, hoy me siento más unido que nunca al viejo Sr. Walnuts.

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Por primera vez en mucho tiempo veo algo de luz al final de este túnel. Mi padre, el paralítico con graves pérdidas de visión postrado en una cama va a resolver todos los problemas de William Walnuts. Sé que no suena alentador pero es el mejor plan que tengo.

Camino por las atestadas calles de Nueva York tratando de evitar el reflejo de los escaparates. Ese reflejo que me sacude la cabeza y me recuerda la locura en que he convertido mi vida. Qué irónico, me operé el rostro para tratar de robar a mi propio hermano y eso ha hecho que me sienta más unido que nunca al cabrón de William.

Pero es un escaparate el que me devuelve al mundo real porque he girado la cabeza y no he podido evitar fijarme en la preciosa Fender Stratocaster que preside ‘Johnny Guitars’. La misma que me indica el camino de baldosas amarillas que lleva a casa de mis padres donde me espera la vieja y falsa réplica de Chuck. Joder, siempre había deseado romper una guitarra pero esperaba que fuese en el estadio de los Yankees rodeado de enfervorecidas groupies deseando mi cuerpo.

— ¡Christoph! ¡¡Christoph!!

— ¿Pero quién…?

No es una groupie, pero enseguida le pongo cara y cuerpo a los gritos. Entre el tumulto diviso la figura de Julie sorteando a los viandantes para llegar hasta mí. Ella no entraba en mis planes pero no me apetece iniciar una persecución con una agente de policía pisándome los talones.

— ¡Aggh, cof! Christ… ¡Cofff!

— Qué curioso, últimamente sólo te oigo gemir…

— Quizá si me cogieras el teléfono y… dejaras de comportarte como un crío de 5 años…

Julie está alterada, lo noto en su mirada y en el temblor de sus manos. Le pregunto qué ocurre y tarda unos segundos más en recuperarse y responderme.

— Es William…

— Sí, ahora soy William, no Christoph, ¿recuerdas?

— ¡No imbécil! Es tu hermano, ¡ha desaparecido!

— ¿Desaparecido?

— Sí y creo que lo han secuestrado…

No sé por qué no me sorprende. ¿Pero de verdad es necesario que todo se complique tanto? Esto desafía a las leyes de Murphy, joder.

WILLIAM WALNUTS, una improvisada historia del Capitán Custom
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Cuándo: de LUNES a VIERNES un capítulo diario
Dónde: http://www.kekorto.es
Me perdí el primero: No pasa nada, puedes leerlo aquí
También el segundo: Ese y el resto puedes buscarlos aquí

30 episodios de cirugía ilegal, envidia familiar y traición sexual a la luz de la Gran Manzana.

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