Los sueños, sueños son

Quienquiera que fuera únicamente buscaba dinero en efectivo. Solo eso explica que mi colchón esté rajado y los cajones hechos trizas. Prisa, ansiedad, desesperación,… malditos aficionados, ¿qué necesidad había de arrasar con todo?

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Digo lo del dinero porque ni siquiera se han llevado los dos objetos más valiosos que tengo en este cuchitril: mi viejo JVC de 24 pulgadas y mi pelota autografiada de Joe DiMaggio. Quinientos dólares y un par de dientes me costó conseguirla, en mis partidas clandestinas de póker no había límite de apuestas.

Estoy tan cansado que decido dormir en el primer mueble con cuatro patas que encuentro. Mi mesa está despejada y parece lo suficientemente resistente y confortable para pasar esta noche. Tardo algo menos de tres minutos en cerrar los ojos y la última imagen que veo antes de hacerlo es el rostro de mi padre. Es una señal y el primer punto de mi agenda para el día de mañana.

No han pasado ni cinco horas cuando mi espalda dice basta. No solo eso, también he vuelto a soñar que me lo monto con Danny DeVito. Es una pesadilla recurrente y no quiero averiguar su significado. Por suerte enseguida pongo mis cinco sentidos en tratar de encontrar en mi despensa algo que se asimile a un desayuno. No hay mucho donde elegir y de esto no puedo culpar a los que revolvieron mi piso.

Con medio vaso de zumo de color naranja pálido y un par de tortillas de harina de máiz para  fajitas con lo que creo que es mermelada me echo a la calle. Todo me da una pereza tremenda y decido coger el primer taxi libre que veo. Eso también ha debido pensar la escandalosa señora con la que forcejeo para cogerlo. Al final se impone la lógica, le muestro mi peor cara y consigo meterme en el ‘yellow cab’.

— Hospital Monte Sinaí. ¿Puedo bajar la ventanilla?

Ya en el hospital atravieso dos momentos de crisis. El primero es en la puerta principal, cuando me pregunto qué es lo que hago ahí. ¿He venido a verle? ¿He venido a sacarle información? ¿Lo hago como William o como Christoph? El segundo llega en el ascensor, cuando vuelven a mi mente las desagradables imágenes con Danny DeVito. ¡Puagh! Por un segundo se me pasa por la mente chutarme el suero de este pobre hombre que sube conmigo y me mira soprendido.

Habitación 4009. Mi padre tiene una de las mejores habitaciones del hospital. y un par de enfermeras dedicadas a él. Es temprano, la puerta está ligeramente entornada y no parece haber mucha luz en su interior. Trato de adentrarme con sigilo de espía pero enseguida disparo todas las alarmas:

— ¿Christoph? ¿Eres tú?

¿Qué haría James Bond en este momento?

WILLIAM WALNUTS, una improvisada historia del Capitán Custom
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Cuándo: de LUNES a VIERNES un capítulo diario
Dónde: http://www.kekorto.es
Me perdí el primero: No pasa nada, puedes leerlo aquí
También el segundo: Ese y el resto puedes buscarlos aquí

30 episodios de cirugía ilegal, envidia familiar y traición sexual a la luz de la Gran Manzana.

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