Esta cita me resulta algo familiar
— ¡¿7.000 dólares?!
Vale. Pensaba pedirle cinco, pero luego pensé en los carnets, los gastos de la huída y… bueno, hoy quiero almorzar en un buen restaurante del centro. De todas maneras, su expresión no iba a ser muy distinta. Por suerte estoy bastante familiarizado con la cara de cabreo de William.