Razonamientos de domingo

Castillo Belvedere, Central Park. NY.

Supongo que os estaréis preguntando qué le lleva a un tipo a gastarse cinco mil dólares en cambiarse el rostro para parecerse a su hermano. Puedo deciros que no voy a suplantar su vida para vengar su truculenta muerte. No, William Walnuts está vivo, bastante vivo. Ni siquiera voy a suplantar su vida para poder tirarme a mi cuñada (aunque no niego que la sola idea de acostarme con Julie me pone a cien). Todo es mucho más sencillo. Se trata de… dinero. Sucio y atractivo dinero.

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Mi hermano William vive en pleno centro de Manhattan, en un ático entre la séptima y la treinta. Doscientos cincuenta metros cuadrados al servicio del lujo, el placer y eso que denomináis ‘arte contemporáneo’. Primero de su promoción de derecho en Harvard, dos masters en Yale, posee uno de los cincuenta mayores imperios empresariales de Estados Unidos. Es lo que aquí denominamos un ‘Self-Made Man’, es decir, un hijo de puta muy listo.

¿Os suena el nombre de “Cosméticos Clownuts”? ¿No? Mirad la cara de vuestros difuntos parientes más cercanos y os haréis una ligera idea. Según las últimas estadísticas, alrededor del 82% de los muertos de este país están maquillados con los productos de la compañía. Sí, son muchos muertos, y eso es muchísimo dinero, creedme. Maquillaje realmente duradero, los mejores productos del mercado. Mi hermano ha creado una empresa líder en su sector (joder, y yo le resolvía sus problemas de algebra).

Creo que ha llegado el momento de cobrarme algunos de esos favores, y por eso tengo un plan. Un elaboradísimo plan que ideé una lluviosa noche de noviembre en aquel pub irlandés del Lower East Side. No sé si fue esa quinta pinta de Guiness o el doloroso impacto de aquel taco de billar en mi costado lo que me abrió los ojos. Por suerte, ese gordo y maloliente camarero tenía un papel y un bolígrafo a mano. Dejármelo es lo mínimo que podía hacer por mí tras haberme roto una costilla.

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Adoro las mañanas de domingo en Central Park. Los gritos, la gente, el sonido de los bates golpeando las pelotas, el ‘ring-ring’ de las bicicletas, los ladridos… Y a pesar de todo, la calma, la paz, el relax. Tengo dos días para conseguir el dinero de la operación, es cierto, pero estoy esperando a alguien. Apuro el cappuccino mientras repaso mentalmente mi discurso. Estoy nervioso, y no es culpa de este brebaje del Starbucks. Es la última persona a quién debería pedirle el dinero, pero la primera en mi lista.

— Christoph, ¿desde cuándo bebes esa porquería?

WILLIAM WALNUTS, una improvisada historia del Capitán Custom
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Cuándo: de LUNES a VIERNES un capítulo diario
Dónde: http://www.kekorto.es
Me perdí el primero: No pasa nada, puedes leerlo aquí
También el segundo: Ese y el resto puedes buscarlos aquí

30 episodios de cirugía ilegal, envidia familiar y traición sexual a la luz de la Gran Manzana.

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