Esta cita me resulta algo familiar

— ¡¿7.000 dólares?!

Vale. Pensaba pedirle cinco, pero luego pensé en los carnets, los gastos de la huída y… bueno, hoy quiero almorzar en un buen restaurante del centro. De todas maneras, su expresión no iba a ser muy distinta. Por suerte estoy bastante familiarizado con la cara de cabreo de William.

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— Joder, imaginaba que no me habías llamado para hablar de los viejos tiempos o para preguntar por la salud de papá. Incluso había imaginado que me pedirías trabajo o algo de dinero como la última vez, pero… ¿tanto?

— Ya te lo he dicho, debo algo de pasta a alguna gente que no me tiene mucho cariño. Y luego están los Knicks, ¿quién iba a pensar que ganarían a los Lakers?

— Lo habías dejado. Y mamá se lo creyó…

Es más fácil preparar un soufflé de mentiras si se adereza con la cantidad justa de verdades. Siempre había tenido enemigos, es cierto (y los de ahora no se conformaban con quitarme el dinero del almuerzo), pero todavía no tenía cabezas de caballo en mi cama. Y los Knicks… ¡Ah, los Knicks! Ese atajo de inútiles me ha hecho perder más dinero que mi viejo Chevelle del 68. Aún así, es muy divertido jugar a las apuestas con ellos. No hay duda, este soufflé está listo para ser horneado.

— Vamos William, eres el puto presidente de Cosméticos Clownuts. Además, tengo un asuntillo entre manos que me permitirá devolverte el dinero en menos de un mes. Mamá lo hubiera hecho (esta cara la aprendí en aquella obra de cuarto curso. ¿Era ‘Cuento de Navidad’?).

— Tienes quince días, ni uno más ni uno menos. Esta vez no voy a tolerar que te sigas riendo de todos nosotros. Y no vuelvas a mencionarla, ¿me oyes?

— Te devolveré hasta el último centavo y no volveréis a saber de mí. Incluso puede que te compre un chándal más bonito que ese que llevas (no me resultará muy difícil).

— Llegué a creérmelo la última vez que lo dijiste. Pero ocho meses después estoy volviendo a ver tu maldita cara. Y lo peor es que mamá también se lo creyó.

Altos ejecutivos. Sólo esta clase de tipos es capaz de salir a correr con un chándal horrible y una chequera en el bolsillo. ¿Qué se llevarán al baño? ¿Contratos?

— Gracias Billy. Por cierto, ¿cómo está Julie?

— Quince días. A partir de mañana (trrrrash!).

Y así es como el señor William Walnuts se acaba de autofinanciar un clon sin saberlo. No hay abrazo, ni siquiera un tenso apretón de manos. Él vuelve a su jogging matutino y yo a quedarme en compañía de la incertidumbre. ¿Me gustará la langosta?

 

WILLIAM WALNUTS, una improvisada historia del Capitán Custom
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Cuándo: de LUNES a VIERNES un capítulo diario
Dónde: http://www.kekorto.es
Me perdí el primero: No pasa nada, puedes leerlo aquí
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30 episodios de cirugía ilegal, envidia familiar y traición sexual a la luz de la Gran Manzana.

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