Justicia Callejera

Consigo convencer a mi padre para alojarnos en el Hotel Pennsylvania, en el 401 de la 7th avenida, a 50 metros de Penn Station. Un bonito edificio situado justo enfrente del pabellón de los Knicks. Venir aquí no es ningún capricho, simplemente ir a cualquiera de nuestras casas sería demasiado arriesgado. Aquí ganaremos tiempo, y no es algo que nos sobre viendo el cada vez más delicado estado de salud en que se encuentra mi padre.

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— Una habitación doble con vistas al Madison, por favor.

— Veamos… Ahá, la 412, en la cuarta planta. Lo siento, no me queda nada más abajo con vistas al pabellón. Pero no se preocupen por la silla de ruedas porque justo allí enfrente tienen los ascensores. Para cualquier cosa, cualquier problema, no duden en avisarnos. Que disfruten de su estancia, señores Bronson.

“Nada de Walnuts, ¿me oyes?”. Lo de cambiarnos el apellido es idea de mi padre en su obsesión por cuidar hasta el último detalle. Sin embargo, todo lo que nos ha pasado me hace sospechar que alguien vigila todos nuestros movimientos y que estas precauciones son del todo inútiles. Por suerte o por desgracia ya queda menos para averiguar si estoy en lo cierto o no.

— Charles Bronson, el actor. ¿No sabes quién es, muchacho? Doce del Patíbulo, La Gran Evasión, Apache, Los Siete Magníficos,… ¡si hasta nació en Pennsylvania!

— Ni idea. Yo siempre fui más de John Wayne.

La habitación no es ninguna maravilla pero cumple todos los requisitos: un par de camas, televisión por cable, espacio para moverse con la silla y vistas al pabellón.

— Christoph, voy a necesitar que bajes a comprarme unas medicinas. Dame ese papel y el bolígrafo que tienes a tu espalda.

— Claro, también subiré algo de comer. Me ha parecido ver un Sbarro justo al lado del hotel.

— Trae unas porciones de pizza y un par de refrescos. Ya sabes, nada de anchoas y doble de carne.

Dejo a mi padre descansando unos minutos y voy a hacer los recados. Cuando salgo del hotel marco el número de Julie pero de inmediato me arrepiento y cuelgo antes de que suene el segundo tono. Cuando salgo de la farmacia ella me devuelve la llamada pero no contesto. ¿Qué le voy a decir? Siento lo que te hice. Por cierto, tu novio, mi hermano y mi familia somos unos delincuentes, ¿lo sabías? ¿Nos ayudas? Nah, ya habrá tiempo de explicarse cuando todo haya acabado.

— ¿Papá? ¿¡Papá?!

Mi padre está tendido en la cama y no responde a mis gritos. Me asusto y decido darle un par de bofetadas para reanimarle. Milagrosamente surte efecto.

— ¿Pero qué haces, idiota?

— Papá, yo creía…

— ¿Que me había muerto? ¿Y pensabas resucitarme con esos golpes? Por el amor de Dios… No, encontré estos tapones para los oídos y decidí echarme un rato sin ser molestado. Son geniales para el ruido pero no hacen nada contra tus frenéticas caricias.

— Ah, que susto me has dado.

— ¿Sabes una cosa? Cuando desperté y te tuve tan cerca me pareció estar viendo la cara de tu mismísimo hermano.

— Eso son las ganas que tienes de verlo. Ven, vamos a cenar.

— ¿Has traído las medicinas?

— Sí, y no son precisamente baratas.

— Sí, ya sé que no pueden compararse con tus económicos y “peculiares” métodos de reanimación cardíaca, Christoph.

Me río. El viejo consigue arrancarme una carcajada. Y entonces me acuerdo de los buenos tiempos, de las vacaciones, de la licorería. Y me acuerdo de mamá, de mi hermano, de Julie, de Queens, del lago. Contemplo su admirable valentía y su enternecedora debilidad. Y le abrazo.

Mientras cenamos, el señor Walnuts me habla de Charles Bronson y de sus películas con gran pasión. La casualidad hace que en uno de los canales cojamos empezada una de ellas, “Justicia Callejera”. Una imagen vale más que mil palabras.

— Vamos papá, tienes que descansar, mañana será un día duro. Yo voy a ver un rato la televi… (¡Zap!)

* * * * * * * * * * * * * * * * * * * * Horas más tarde * * * * * * * * * * * * * * * * * *

La nebulosa hace que tarde unos segundos en distinguir la hora correctamente. Otros segundos más para situarme espacialmente y un par de segundos extra para que mi cabeza vuelva a su sitio. Son las 20:38, he dormido casi un día entero, estoy en una habitación de hotel y mi padre debería estar aquí conmigo. No hace falta detenerme a busca una explicación coherente a todo esto ya que lo tengo apuntado con su letra en una cuartilla: en la lista de medicinas hay un potente somnífero. Ahora me doy cuenta. Estoy desconcertado y furioso. Ahora sé como debió sentirse Julie.

Seguramente me administró una alta dosis en el refresco de la cena. Maldito cabronazo. Muy bien, ahora además de tener que rescatar a mi hermano tengo que impedir que actúe por su cuenta un mermado imitador de Charles Bronson. Joder, me han dado un papel secundario en esta adaptación que ahora protagoniza mi padre. Y es que ahí fuera William Walnuts senior está buscando su propia ‘Justicia Callejera’.

WILLIAM WALNUTS, una improvisada historia del Capitán Custom
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Cuándo: de LUNES a VIERNES un capítulo diario
Dónde: http://www.kekorto.es
Me perdí el primero: No pasa nada, puedes leerlo aquí
También el segundo: Ese y el resto puedes buscarlos aquí

30 episodios de cirugía ilegal, envidia familiar y traición sexual a la luz de la Gran Manzana.

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