Manhattan zombie

Se arma un gran revuelo pero todo vuelve a la normalidad en pocos minutos. El ambiente en Calabrese es agradable y decido aprovechar para degustar sus famosos fetuccini. En pocos minutos compruebo que hacen honor a su fama y me pregunto porque en ella no se incluye el delicioso tiramisú del postre. Durante la comida, Julie me llama unas cuatro veces pero sigo bastante desconcertado y mi madre siempre me dijo que no hablase con la boca llena.

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Animado por el sol de media tarde decido volver a casa andando. Camino pensativo, sin rumbo fijo y buscando los escasos rayos de sol que los rascacielos de Manhattan conceden a sus calzadas. Parezco un zombie e incluso tropiezo un par de veces para dar verosimilitud a mi papel. Cuando quiero darme cuenta estoy a menos de dos manzanas del apartamento de William. Subo en busca de respuestas y Julie me recibe de uniforme. Entro como un elefante en una cacharrería:

— ¿Qué pasa, ahora te dedicas a seguirme?

— Christoph, cálmate y siéntate, ¿quieres?

— No quiero calmarme, joder. No estabas de servicio, no era tu distrito, ¿qué demonios hacías ahí?

— La nota. En el bolsillo de tu chaqueta.

— ¿Me registras? ¿Ahora eres poli las 24 horas?

— No, imbécil, pero los de la tintorería sí. Llamaron para decírmelo. Además… ¿de qué coño vas? ¡Te recuerdo que no soy yo quien está intentando estafar a su hermano! Joder, debería detenerte en este preciso instante y dejar de discutir contigo.

Touché. Me grita y tiene toda la razón. Creo que verla de uniforme ha hecho que me ponga más furioso todavía. Siempre me ha gustado discutir con los pringados de la NYPD.

— Perdona Julie, tienes razón. Pero entiéndeme, estoy algo perdido: La nota, ellos, tú…

— Escucha, yo sólo intentaba protegerte, tu imprudencia podría haber echado abajo todo tu plan. Oye Christoph, estoy contigo en esto, pero vas a tener que empezar a confiar en mí.

— ¿Quiénes eran?

— Buster y Keaton, dos raterillos de poca monta.

— He visto demasiado raterillos en mi vida para saber que no visten con traje de chaqueta italiano. ¿Por qué me mientes?

— No te estoy mintiendo.

— Entonces dime, ¿por qué William les debe pasta?

— No lo sé, Christoph, de veras.

— Mientes, joder.

Un inesperado sonido de llave jugueteando en una cerradura interrumpe nuestra conversación al tiempo que paraliza mi corazón. A Julie se le descompone el rostro y parece haber visto un fantasma.

— ¡¡Es William!! ¿Qué hace aquí? ¡Se supone que regresaba mañana! Rápido, métete en el vestidor. Intentaré distraerle para que puedas escapar.

Lo que me faltaba. Esto empieza a ser una puta pesadilla. “Ni hao, cariño, por fin en casa. Menuda sorpresa, ¿eh?”. No lo sabes bien, hermano…

WILLIAM WALNUTS, una improvisada historia del Capitán Custom
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Cuándo: de LUNES a VIERNES un capítulo diario
Dónde: http://www.kekorto.es
Me perdí el primero: No pasa nada, puedes leerlo aquí
También el segundo: Ese y el resto puedes buscarlos aquí

30 episodios de cirugía ilegal, envidia familiar y traición sexual a la luz de la Gran Manzana.

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