Sí, necesitaba un cambio
No me gusta el olor de las salas de espera, lo admito, pero esta olía rematadamente mal. ¡Puagh! Para colmo estaba a rebosar y las revistas estaban caducadas. Muy caducadas. Aún así no creáis que estaba cabreado. Todo lo contrario, era viernes y estaba lo suficientemente borracho para mirar descaradamente a la rubia del suéter granate que tenía justo delante de mí.