Jodida ley de Murphy
Cuando salgo del Monte Sinaí siento que he ganado un par de kilos. Me pesan las piernas y, sobre todo, la cabeza. Resulta difícil cambiar la imagen de amable dependiente y abnegado padre de familia por la de lacayo y feroz extorsionador. Y sin embargo, por extraño que parezca, hoy me siento más unido que nunca al viejo Sr. Walnuts.