Sin imagen

Justicia Callejera

29 diciembre 2010 capitancustom 0

Consigo convencer a mi padre para alojarnos en el Hotel Pennsylvania, en el 401 de la 7th avenida, a 50 metros de Penn Station. Un bonito edificio situado justo enfrente del pabellón de los Knicks. Venir aquí no es ningún capricho, simplemente ir a cualquiera de nuestras casas sería demasiado arriesgado. Aquí ganaremos tiempo, y no es algo que nos sobre viendo el cada vez más delicado estado de salud en que se encuentra mi padre.

Sin imagen

Un rabino, una dama y una ganzúa

28 diciembre 2010 capitancustom 0

Hace años que no se puede acceder al interior de la Estatua de la Libertad por motivos de seguridad, por lo que nos toca cometer un nuevo delito. Y esta vez no me preocupa que nos detenga la policía, porque esta vez atentamos contra la Seguridad Nacional. Y eso son palabras mayores.

Sin imagen

Un viejo amor adolescente

27 diciembre 2010 capitancustom 1

Liberty Island. No deja de resultar curioso que nos dirijamos allí en busca de la ansiada libertad de mi hermano.

— ¿Confías en él?

— Por supuesto que no. Creo que nos ha dicho la verdad, pero tiene tanto miedo que no dudará en avisar a quién paga sus facturas.

— ¿Y qué vamos a hacer?

Sin imagen

El hijo de Kong

24 diciembre 2010 capitancustom 0

— Hola, estamos buscando a Juan Carlos Castellanos.

— Mmm, déjenme ver… Sí, según el libro de tareas debería estar limpiando el foso de los cocodrilos del Nilo. Si no es así, vuelvan y le llamaremos por megafonía.

Sin imagen

Grand Theft Auto: Walnuts stories

23 diciembre 2010 capitancustom 0

— Papá, ¿puedes explicarme para qué queremos una Uzi?

— Sí, ya sé que es un arma poco precisa, pero en cambio tiene una cadencia de tiro de 600 balas por minuto. Y mírame, prácticamente no distingo tu rostro, podrías ser Bruce Willis y yo no me daría cuenta. Al menos con este subfusil me garantizo el poder acertar a alguien disparando a lo loco. O eso espero…

Sin imagen

Highway to Hell

22 diciembre 2010 capitancustom 0

Tengo suerte de que todavía respire. Por fortuna pude recoger su cuerpo inconsciente antes de que golpease el suelo. Ahora Julie descansa plácidamente en el sofá. Es como un angelito a punto de convertirse en un demonio ya que cuando despierte, aparte de un dolor de cabeza de impresión, tendrá unas inmensas ganas de encontrarme para hacerme Dios sabe qué. Y sé que lo hará tarde o temprano así que no tengo tiempo que perder. “Es por su bien”, me digo a mí mismo antes de salir de allí.